Desde la asociación Vigilantes Asociados (Vigias), su presidente, Francisco Suárez Viñas, explicó que en el caso de la vigilante de Ciaño «nunca debería haber estado haciendo el servicio ella sola». El colectivo considera que, dadas las dimensiones de la obra a vigilar -una mediana superficie comercial- y que el trabajo se llevaba a cabo por las noches «en esa obra deberían trabajar siempre dos personas» que además, tendrían «que estar armadas». El presidente de este colectivo de vigilantes afirmó que la zona de las Cuencas, como otras áreas industriales de Asturias, «suelen ser conflictivas en lo que se refiere a intentos de robo» y por ello «lo mejor sería estar armado con la pistola reglamentaria», un revólver 38 especial y no vigilar únicamente «con una defensa de goma de 50 centímetros», el único medio de protección con el que contaba la joven vigilante en el momento en el que presuntamente la agredieron.
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