Saúl Ardura, apuñalado por un ladrón, y Javier Quintela, que evitó la agresión a un médico, logran un reconocimiento oficial de la Policía por su labor de seguridad
Ángel CABRANES Ni trabajan con pistola ni tienen rango de autoridad como los agentes policiales, pero los gijoneses Javier Quintela y Saúl Ardura, vigilantes de seguridad, saben lo que es jugarse la vida por los demás. Lo saben ellos, sus familias, y también la Policía Nacional gijonesa, que en su última fiesta de los Ángeles Custodios les incluyó -con una mención honorífica- entre los profesionales distinguidos por sus acciones. Una mención que ellos conservan con especial cariño. Quintela, vigilante del Hospital de Jove, logró evitar un intento de apuñalamiento por parte de una paciente con perfil psiquiátrico a una de las doctoras del centro. Peor suerte corrió Ardura, quien recibió un navajazo como represalia de un ladrón al que días antes había localizado intentando robar en el supermercado donde está destinado. El suceso ocurrió en mayo y todavía sigue de baja. Sus gestos heroicos y de buen hacer -así lo considera el Cuerpo Nacional de Policía- son para Javier Quintela, simples «gajes del oficio».
fuente Segurteca