Hasta hace relativamente pocos años la figura del vigilante de seguridad, debido a las funciones que realizaba, no disponía del lugar que merecía encontrarse en la sociedad actual.
La Seguridad ha llegado a ser un bien público de primera magnitud. Seguridad y Libertad, aparentemente contrapuestos, porque en el sentir de la mente estaba escrito “a más libertad mayor inseguridad”. Sin embargo hoy en día se llega a un equilibrio, entre la libertad que se demanda y la seguridad que se exige, necesitándose numerosos efectivos y sofisticados medios en aras de permitir lo segundo.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad llevan a cabo la seguridad en el entorno en que vivimos y la seguridad privada protege nuestro patrimonio, en su más alto sentido, pero para que todas estos aspectos se efectúen eficazmente es preciso que el capital humano que disponen todos los cuerpos que proporcionan seguridad sea el adecuado a las amenazas y riesgos de la era actual.
Hoy día los delincuentes utilizan los más sofisticados medios, los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad también se especializan en ellos, porque para luchar contra el delito es preciso conocer perfectamente sus métodos.
En la vigilancia privada ocurre exactamente igual. Ya no es válido el vigilante que delante de una puerta pedía como único requisito el DNI del visitante y que con su percepción individual lo dejaba entrar en el recinto o le solicitaba pruebas adicionales de que no iba a ser mal. Hoy día es necesario controlar sin entorpecer; es preciso controlar, vigilar y proteger, siendo al mismo tiempo un reclamo de marketing para la empresa en cuestión; el vigilante es en suma el primer referente de una empresa o institución y en su comportamiento mediatizará a su vez la actitud del visitante con respecto a esa empresa o institución.
Tenemos pues que el vigilante de seguridad debe reunir las capacidades de control, vigilancia, protección, atención al visitante, cortesía, educación, profesionalidad, conocimientos, y un largo etcétera, que descartan la integración en sus misiones de una persona sin la suficiente formación.
La necesidad de formación adicional se incremente con la asunción de misiones, por parte de los vigilantes de seguridad, de algunas reservadas a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en lo referente a protección de edificios públicos y prestación de seguridad en aeropuertos, puertos, estaciones de ferrocarril, y otros transportes públicos, en donde no solamente se controla un lugar, sino que se controla un espacio muy concurrido, en donde la percepción del conjunto y el análisis de detalles aparentemente insignificantes pueden hacer alertar de que alguien quiere cometer un delito.
Mención especial merece el trabajo de escolta del vigilante de seguridad, en donde la capacidad de estar permanentemente atento al entorno, la reacción rápida y la atención constante sobre el protegido, son aspectos exigibles, a más de otro mucho más importante, la capacidad de sacrificio, ya que al escolta se le pide que proteja, aún con su vida, a otra persona.
Los requisitos mínimos que se exigen a un vigilante son:
a) Edad: entre 18 y 55 años.
b) Estatura para escoltas: Varones > 1,70
Mujeres > 1,65
c) Peso +/- 15% de la relación estatura/peso.
d) Salud: Similar a la exigible para el ingreso en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
e) Nacionalidad: Unión Europea.
f) Carecer de antecedentes penales.
g) Formación reglada: Graduado Escolar.
Estos serían los requisitos de ingreso, aunque hay que destacar que cada vez es más necesario, cuando se quiere optar a cualquier especialización, a que el nivel académico de ingreso sea más elevado, existiendo ya un número importante de universitarios.
La formación del vigilante de seguridad consiste, como mínimo, en un curso de 180 horas en un Centro Homologado, incrementándose esta formación cuando el vigilante tiene a su cargo medios de control complejos o requiera actividades especializadas, como escoltas, transporte de fondos, control mediante escáner, etc.
Al vigilante no se le exige idiomas, pero se valora extraordinariamente su capacidad de desenvolverse en inglés y en otro idioma de la Unión Europea. Así mismo debe de poseer los suficiente conocimientos de ofimática.
Por último debe conocer, cuando menos, en artes marciales, la autodefensa.
No por poseer todos los requisitos y pasar la formación, el vigilante está en condiciones de proporcionar seguridad, sino que debe también tener unos rasgos de personalidad y aptitudes personales que lo hagan idóneo para ello.
Entre los rasgos de personalidad se debe analizar sus grados de neurosis y psicosis; su estabilidad emocional y el dominio y seguridad en sí mismo; la previsión y organización; el sentido del deber; la responsabilidad; el cumplimiento de normas sociales; la sociabilidad; el autocontrol; la tensión y energía emocional y carecer de actitudes radicales.
Las aptitudes podrían dividirse en perceptivas y psicofísicas, destacando entre las primeras la observación y atención concentrada; la rapidez visual y auditiva y la percepción y discriminación de detalles; y entre las segundas la resistencia a la fatiga física; la resistencia a la monotonía y las coordinaciones óculo-manual y auditivo-manual.
Los medios sofisticados no sustituyen al capital humano, simplemente lo complementan y ayudan a proporcionar una seguridad más efectiva, pero de nada servirán los medios, si el vigilante de seguridad no es un verdadero profesional, si no siente la seguridad como vocación, si no encuentra su estímulo en que está prestando un servicio trascendental a la comunidad.
El vigilante de seguridad debe ocupar en la sociedad el puesto prestigioso que le corresponde por la función que realiza. La profesión de vigilante de seguridad no solamente debe tener el respaldo del Ministerio del Interior, sino que debe estar regulado por alguna titulación académica.
La Seguridad ha llegado a ser un bien público de primera magnitud. Seguridad y Libertad, aparentemente contrapuestos, porque en el sentir de la mente estaba escrito “a más libertad mayor inseguridad”. Sin embargo hoy en día se llega a un equilibrio, entre la libertad que se demanda y la seguridad que se exige, necesitándose numerosos efectivos y sofisticados medios en aras de permitir lo segundo.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad llevan a cabo la seguridad en el entorno en que vivimos y la seguridad privada protege nuestro patrimonio, en su más alto sentido, pero para que todas estos aspectos se efectúen eficazmente es preciso que el capital humano que disponen todos los cuerpos que proporcionan seguridad sea el adecuado a las amenazas y riesgos de la era actual.
Hoy día los delincuentes utilizan los más sofisticados medios, los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad también se especializan en ellos, porque para luchar contra el delito es preciso conocer perfectamente sus métodos.
En la vigilancia privada ocurre exactamente igual. Ya no es válido el vigilante que delante de una puerta pedía como único requisito el DNI del visitante y que con su percepción individual lo dejaba entrar en el recinto o le solicitaba pruebas adicionales de que no iba a ser mal. Hoy día es necesario controlar sin entorpecer; es preciso controlar, vigilar y proteger, siendo al mismo tiempo un reclamo de marketing para la empresa en cuestión; el vigilante es en suma el primer referente de una empresa o institución y en su comportamiento mediatizará a su vez la actitud del visitante con respecto a esa empresa o institución.
Tenemos pues que el vigilante de seguridad debe reunir las capacidades de control, vigilancia, protección, atención al visitante, cortesía, educación, profesionalidad, conocimientos, y un largo etcétera, que descartan la integración en sus misiones de una persona sin la suficiente formación.
La necesidad de formación adicional se incremente con la asunción de misiones, por parte de los vigilantes de seguridad, de algunas reservadas a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en lo referente a protección de edificios públicos y prestación de seguridad en aeropuertos, puertos, estaciones de ferrocarril, y otros transportes públicos, en donde no solamente se controla un lugar, sino que se controla un espacio muy concurrido, en donde la percepción del conjunto y el análisis de detalles aparentemente insignificantes pueden hacer alertar de que alguien quiere cometer un delito.
Mención especial merece el trabajo de escolta del vigilante de seguridad, en donde la capacidad de estar permanentemente atento al entorno, la reacción rápida y la atención constante sobre el protegido, son aspectos exigibles, a más de otro mucho más importante, la capacidad de sacrificio, ya que al escolta se le pide que proteja, aún con su vida, a otra persona.
Los requisitos mínimos que se exigen a un vigilante son:
a) Edad: entre 18 y 55 años.
b) Estatura para escoltas: Varones > 1,70
Mujeres > 1,65
c) Peso +/- 15% de la relación estatura/peso.
d) Salud: Similar a la exigible para el ingreso en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
e) Nacionalidad: Unión Europea.
f) Carecer de antecedentes penales.
g) Formación reglada: Graduado Escolar.
Estos serían los requisitos de ingreso, aunque hay que destacar que cada vez es más necesario, cuando se quiere optar a cualquier especialización, a que el nivel académico de ingreso sea más elevado, existiendo ya un número importante de universitarios.
La formación del vigilante de seguridad consiste, como mínimo, en un curso de 180 horas en un Centro Homologado, incrementándose esta formación cuando el vigilante tiene a su cargo medios de control complejos o requiera actividades especializadas, como escoltas, transporte de fondos, control mediante escáner, etc.
Al vigilante no se le exige idiomas, pero se valora extraordinariamente su capacidad de desenvolverse en inglés y en otro idioma de la Unión Europea. Así mismo debe de poseer los suficiente conocimientos de ofimática.
Por último debe conocer, cuando menos, en artes marciales, la autodefensa.
No por poseer todos los requisitos y pasar la formación, el vigilante está en condiciones de proporcionar seguridad, sino que debe también tener unos rasgos de personalidad y aptitudes personales que lo hagan idóneo para ello.
Entre los rasgos de personalidad se debe analizar sus grados de neurosis y psicosis; su estabilidad emocional y el dominio y seguridad en sí mismo; la previsión y organización; el sentido del deber; la responsabilidad; el cumplimiento de normas sociales; la sociabilidad; el autocontrol; la tensión y energía emocional y carecer de actitudes radicales.
Las aptitudes podrían dividirse en perceptivas y psicofísicas, destacando entre las primeras la observación y atención concentrada; la rapidez visual y auditiva y la percepción y discriminación de detalles; y entre las segundas la resistencia a la fatiga física; la resistencia a la monotonía y las coordinaciones óculo-manual y auditivo-manual.
Los medios sofisticados no sustituyen al capital humano, simplemente lo complementan y ayudan a proporcionar una seguridad más efectiva, pero de nada servirán los medios, si el vigilante de seguridad no es un verdadero profesional, si no siente la seguridad como vocación, si no encuentra su estímulo en que está prestando un servicio trascendental a la comunidad.
El vigilante de seguridad debe ocupar en la sociedad el puesto prestigioso que le corresponde por la función que realiza. La profesión de vigilante de seguridad no solamente debe tener el respaldo del Ministerio del Interior, sino que debe estar regulado por alguna titulación académica.
Rafael Vidal Delgado
Coronel de Artillería en la Reserva
Diplomado de Estado Mayor y de Estados Mayores Conjuntos
Diplomado en Inteligencia Militar Conjunta
Diplomado en Mando de Unidades Paracaidistas