Artículo de Rodolfo Benito, secretario confederal de Estudios de CCOO,
publicado en la Revista de Estudios de la Fundación 1º de Mayo
Los recortes en el sector educativo y sanitario, en la atención a la dependencia y en los servicios sociales se están materializando en determinadas comunidades autónomas. Atentan directamente contra las bases del Estado de bienestar y tienen, además, consecuencias directas y muy negativas sobre el empleo en estos sectores y en los indirectamente vinculados.
Estos recortes, cuyas prioridades son profundamente ideológicas, están dirigidos al corazón de nuestro sistema de protección social, lo que supone un fuerte retroceso en las transferencias sociales, cuestión esta que es fundamental para reducir y no ampliar las profundas desigualdades ya existentes en nuestro país.
Para el neoliberalismo, la crisis es una oportunidad para iniciar el desmontaje del Estado de bienestar, cuestión que siempre ha estado en su punto de mira, desde la consideración de que este no es sino una anomalía, muy negativa en términos de mercado.
Estamos, pues, ante decisiones eminentemente políticas, que se relacionan con un modelo de sociedad injusto socialmente y fracasado económicamente, con el que hay que confrontarse desde la alternativa, que la hay.
En el escenario económico por el que estamos atravesando, la cuestión es establecer prioridades en materia de gasto, desmenuzando bien qué es gasto y qué es inversión y abordando, a partir de ahí, las respuestas a lo que son los principales problemas que tiene nuestro país: el empleo, las personas, y un modelo productivo tremendamente vulnerable.
Siendo la política fiscal una de las piezas clave, es prioritario además de urgente desarrollar una lucha sin cuartel contra la economía sumergida y el fraude fiscal; lo que requiere, más que discursos, voluntad y decisión política, y promover una reforma fiscal en profundidad.
CC OO está realizando importantes y rigurosas propuestas en esta dirección. Partimos de la idea de que la política fiscal juega un papel determinante dentro del modelo social y económico, y de que los elementos que configuran la necesaria suficiencia económica del Estado pasan ineludiblemente por una política fiscal más progresiva, tanto para las rentas del trabajo como para las del capital, que erradiquen definitivamente las políticas desfiscalizadoras que tanto daño ha hecho a la economía del país.
Es conveniente subrayar las consideraciones falsas en que se asienta el paradigma neoliberal de que la reducción de impuestos supone un fuerte incentivo a la creación de empleo a medio plazo.
Según ha demostrado multitud de expertos, el supuesto incentivo de una reducción de impuestos para trabajar más, ya que se podrían obtener mayores salarios reales, no está justificado por la historia económica.
Los estudios más rigurosos demuestran que una reducción de impuestos puede generar un incremento de la riqueza individual, aunque distribuida de forma más desigual, pero si la reducción de impuestos conlleva una reducción del Estado de bienestar, se produce una mayor disminución de la riqueza social.
Por tanto, política fiscal, salario directo y salario diferido, siempre van de la mano. Si la capacidad de recaudación del Estado es menor, los servicios públicos y los sistemas de protección social se debilitan. La alternativa para los sectores con más posibilidades, la oferta privada, reduce, sin duda, su nivel de renta disponible. Para los sectores más desfavorecidos, la alternativa son unos servicios y unos niveles de protección social de mínimos rayando el concepto de beneficencia.
El empleo y los derechos vinculados al mismo, así como la defensa del Estado social van a determinar el futuro en España y en la Unión Europea. Su resolución va a determinar la propia calidad de la democracia.
Y esto exige mucha capacidad de propuesta, y también de movilización. En ello está CC OO, trasladando con claridad a la sociedad lo que está en juego y haciendo frente tanto al populismo de las "camisetas como lucro", como a la demagogia de la "austeridad".