Vigilante de Seguridad ó… personal multiusos
Todos sabemos ó tenemos conocimiento, de lo incomprensibles que son algunas de las ordenes y operativas en los servicios de los Centros Comerciales donde tienen por costumbre rallar la legalidad, donde dudamos en multitud de ocasiones que este dirigido el departamento por un profesional de la Seguridad habilitado.
Nadie puede negar la crisis económica que esta padeciendo España,
donde numerosas familias tiene a todos sus miembros en paro y no entran
en sus casas ingreso alguno de dinero. Una situación injusta y trágica
que afecta a todos los segmentos de la sociedad: jóvenes, mujeres,
hombres y personas de más de 40 años, las cuales laboralmente parecen
que ya no son útiles cuando atesoran un grado de experiencia importante y
necesario para cualquier empresa.
Por este motivo resulta entendible que los empresarios y los
trabajadores se adapten a la situación para, unos ser más competitivos,
otros para preservar su puesto de trabajo. Sin embargo todo tiene un
límite, puesto que algunos comportamientos se exceden de lo comprensible
y no sólo no benefician sino que perjudica al sector donde desarrollen
su actividad.
Este es el caso de la seguridad privada, en el que algunas
pretensiones de los clientes son oídas y asumidas por las compañías
adjuditarias del servicio y llevadas a la práctica por sus
trabajadores, al realizar funciones que no les corresponden e invadir
parcelas totalmente distintas, ajenas a su profesión.
Así no entenderé como vigilantes de prestigiosas firmas de moda se
han cargado con la responsabilidad de colocar perchas y ropa en las
tiendas donde trabajan, provocando que la o el responsable de la misma
sólo quiera profesionales de ese tipo, pues tiene un dos por uno. O
aquellos trabajadores de la seguridad en centro comerciales, habilitados
como exige la ley con la T.I.P después de un examen en dependencias
policiales, que entre la uniformidad establecida normativa, colocan
por su cuenta y riesgo, como añadido a la defensa, grilletes, etc.,
etc., un instrumento que comprueba si los billetes son falsos o
verdaderos y que utilizan cuando se les requieren por un frontal de 20
salidas de caja… viva la seguridad, pensarán los gerentes de ese centro
comercial. Curiosamente uno de los afectados señaló a este medio que al
menos el aparato era duro y consistente, con más de cuatro dedos a lo
alto y ancho, y que en caso de intervención peligrosa, al tener siempre
las manos ocupadas, podría ser empleado como elemento defensivo, eso sí
ni si le ocurriera lanzarlo, que valía una pasta… eso se lo dejaron bien
claro.
También se da el caso en grandes superficies que aquellas personas
cuyo cometido reside en velar por la seguridad de todos, clientes,
trabajadores y gerentes, tiene como obligación reponer de productos las
estanterías… ah claro es una técnica camaleónica, confundir al vigilante
entre la “fauna” del establecimiento y si se da el caso le lanza al
presunto delincuente un tarro, bote o recipiente de lo que sea si le
pilla robando, aquí afortunadamente los directivos del local no han
comentado, todavía, el valor incalculable de una lata de sardinas.
Esto ha de parar, y la iniciativa ha de partir no sólo de las
empresas de seguridad, sino también del propio profesional del gremio.
No se debe permitir que ocurra lo sucedido en otros sectores, cuyas
actitudes, intrusismo o formas de actuar de los empleados, ha hecho que
se rebajara la calidad y la imagen de la actividad, un ejemplo lo
tenemos en la construcción.
No se ha de consentir la asimilación de tareas como hecho definitorio
de la calidad del servicio, para que además éste se ahorre a un
trabajador. Echemos una mirada por Europa y observaremos que el se
dedica a vigilar y garantizar la seguridad, el reponedor a reponer y el
personal de tienda a colocar y doblar sus productos convenientemente. Si
somos europeos seamos para todo y no para lo que les conviene.
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