En
España fallecen cada día 2 trabajadores como consecuencia de su
actividad laboral, 13 sufren un accidente de trabajo grave durante su
jornada y 1.503 un accidente leve. Igualmente, cada día 46 personas son
víctimas de una enfermedad profesional en España. Todo ello sumado a un
creciente subregistro de enfermedades y ocultación de daños. Por tanto,
sin un sistema bien asentado de prevención, con la implicación de todos
los partícipes, no obtendremos unos resultados donde la ausencia de daño
sea el objetivo de excelencia.
No es concebible que la
declaración de enfermedades profesionales con baja haya disminuido en
paralelo a la caída de los accidentes, ya que en el caso de las
enfermedades, desde la exposición a los efectos, existe un periodo de
latencia de años, por lo que no se puede manifestar un resultado tan
evidente de descenso en tan corto espacio de tiempo tras la exposición.
Cuanto más si tenemos en cuenta que las enfermedades profesionales sin
baja, es decir sin coste, han aumentado enormemente.
Tampoco es de recibo que la epidemia de los expuestos al amianto quede silenciada en el duelo de las familias que pierden a sus miembros sin que exista una compensación, un reconocimiento, una acción colectiva y un trabajo serio y en profundidad para poner coto a este problema de salud pública y tratar adecuadamente a las víctimas, cuyo único "delito" fue convivir con unas materias y sustancias que fueron minando su integridad física. Lo mismo que con los enfermos por el amianto ocurre con los cánceres laborales, la sensibilización por exposición a químicos… Pese a que desde Sanidad se reconocen más de 12.000 muertes anuales por cánceres profesionales, la falta de registro y conocimiento exhaustivo de sus causas hace que la prevención y reducción de este tipo de morbilidad sean muy difíciles.
Las malas condiciones de trabajo están
privando de calidad de vida a los expuestos, que ya no sólo se ciñen a
los trabajos en sectores conocidos como la minería, sino que han
aflorado más casos en otros ámbitos, como la construcción, la
manufactura industrial y otros. Las hipoacusias o sorderas
profesionales, los problemas osteomusculares, son dolencias físicas que
castigan inexorablemente a los trabajadores y trabajadoras, y que deben
ser objeto de atención prioritaria por los poderes públicos.
.